La pausa de la que todo lo demás depende
Traducido a partir del artículo de Leo Babauta.
Hay un pequeño hábito que he aprendido y que ha cambiado todo lo demás en mi vida.
La pausa.
Cuando fracasamos, es porque actuamos en base a impulsos sin pensar, sin darnos cuenta. Tenemos ganas de comer comida basura, y lo hacemos. Tenemos necesidad de revisar el correo electrónico en lugar de escribir, y por eso abrimos nuestra bandeja de entrada. Tenemos ganas de fumar, beber, mordernos las uñas, jugar a un juego de Facebook, posponer las cosas, saltarnos un entrenamiento, comer más papas fritas, criticar, actuar por celos o por ira, ser grosero/a ... y actuamos en base a esa necesidad.
¿Pero qué pasaría si en lugar de eso aprendemos a hacer una pausa después de cada impulso? ¿Y si nos detuviesemos, observasemos ese impulso, prestasemos mucha atención a cómo lo sentimos dentro de nuestros cuerpos, pero no actuasemos?
La urgencia ya no nos controlaría. Podríamos ser capaces de tomar decisiones conscientes que fuesen más saludable para nosotros, nos ayudarían a ser más felices.
Si somos capaces de hacer una pausa, creamos espacio. Espacio para respirar, para pensar, para estar sin actuar.
La pausa es la respuesta a muchos de nuestros problemas. Una cosa tan pequeña y tan poderosa.
Para desarrollar la pausa, presta atención a tu próximo impulso. ¿Es una necesidad de conectarte para buscar algo? ¿O de comer algo que sabes que no es saludable para ti? Presta atención a la urgencia, aprende todo lo que puedas sobre ella. Si aún así actúas después de la pausa, no hay problema. Sencillamente siéntela, haz la pausa, y presta atención.
Hazlo de nuevo para el siguiente impulso, y el siguiente. Serás bueno con la práctica, y tendrás un montón de oportunidades para practicar.
Los impulsos no desaparecerán, pero tu capacidad para hacer esa pausa se hará más fuerte. Y cuando consigues hacer la pausa, lo consigues todo.
Hay un pequeño hábito que he aprendido y que ha cambiado todo lo demás en mi vida.
La pausa.
Cuando fracasamos, es porque actuamos en base a impulsos sin pensar, sin darnos cuenta. Tenemos ganas de comer comida basura, y lo hacemos. Tenemos necesidad de revisar el correo electrónico en lugar de escribir, y por eso abrimos nuestra bandeja de entrada. Tenemos ganas de fumar, beber, mordernos las uñas, jugar a un juego de Facebook, posponer las cosas, saltarnos un entrenamiento, comer más papas fritas, criticar, actuar por celos o por ira, ser grosero/a ... y actuamos en base a esa necesidad.
¿Pero qué pasaría si en lugar de eso aprendemos a hacer una pausa después de cada impulso? ¿Y si nos detuviesemos, observasemos ese impulso, prestasemos mucha atención a cómo lo sentimos dentro de nuestros cuerpos, pero no actuasemos?
La urgencia ya no nos controlaría. Podríamos ser capaces de tomar decisiones conscientes que fuesen más saludable para nosotros, nos ayudarían a ser más felices.
Si somos capaces de hacer una pausa, creamos espacio. Espacio para respirar, para pensar, para estar sin actuar.
La pausa es la respuesta a muchos de nuestros problemas. Una cosa tan pequeña y tan poderosa.
Para desarrollar la pausa, presta atención a tu próximo impulso. ¿Es una necesidad de conectarte para buscar algo? ¿O de comer algo que sabes que no es saludable para ti? Presta atención a la urgencia, aprende todo lo que puedas sobre ella. Si aún así actúas después de la pausa, no hay problema. Sencillamente siéntela, haz la pausa, y presta atención.
Hazlo de nuevo para el siguiente impulso, y el siguiente. Serás bueno con la práctica, y tendrás un montón de oportunidades para practicar.
Los impulsos no desaparecerán, pero tu capacidad para hacer esa pausa se hará más fuerte. Y cuando consigues hacer la pausa, lo consigues todo.