Decisiones

Nos enfrentamos continuamente a decisiones cotidianas sin mayor trascendencia que nos estresan. Elegir implica decidir una opción entre otras y percibimos que sólo una es la perfecta. Cuantas más opciones, más sensación de que nos podemos equivocar y más dudas que no habremos elegido bien cuando finalmente nos decidamos. El mundo occidental cada vez ofrece más opciones y nos bombardea continuamente para que las conozcamos.

Pero quien decide apartarse de estas decisiones, el que decide que no vale la pena estar enfrentando a decisiones poco importantes a cada momento, quien renuncia a seguir un ritmo marcado por intereses comerciales, descubre que tiene una vida propia, y que tiene margen para su propio tiempo y para su propio ahorro.

Resulta difícil renunciar voluntariamente a un estilo de vida que adoptan sin pensarlo siquiera, la mayoría de las personas que nos rodean. Pero los beneficios de asignar a cada decisión su peso correcto y actuar en consecuencia son abundantes. Dejamos las decisiones importantes para los hechos que nos pueden cambiar la vida: vivienda, trabajo, estudios, amor, y decidimos el resto sin darles mayor importancia y sin abrumarnos por la cantidad de opciones.