¿Por qué estamos tan obsesionados con conseguir hacer más cosas?

Traducido de artofminimalism.com de Mike Donghia.


¿Por qué estamos tan obsesionados con conseguir hacer más cosas?


Hice una búsqueda en Amazon por la palabra "productividad" y devolvió más de 46.000 libros como resultados.


Increíble ... miles de libros sobre el mismo tema y casi todos ellos escritos por autores norteamericanos en los últimos 25 años.


El sentido común me dice que los autores no escriben libros a menos que exista una demanda sobre ese tema. Así que puedes aprender mucho acerca de una cultura por el tipo de libros que los autores escriben. Como ¿A que tienen miedo? ¿Cuáles son sus valores? ¿Cuál es su definición de éxito, felicidad y una vida bien vivida?


Si un libro de productividad como GTD (Getting Things Done) puede alcanzar el estado de culto, algo ha ido por mal camino. Buscamos el significado en todos los lugares equivocados.


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Los seres humanos desde el principio de los tiempos han buscado la manera de hacer las cosas más rápidas, más eficientes. Por el amor de Dios, sus vidas estaban en juego- necesitaban alimentarse a sí mismos y construir una refugio decente. Pero hoy, a pesar de la riqueza abundante, la productividad está ganando popularidad como un estilo de vida y como una aspiración enorme para mucha gente joven y ambiciosa. Estamos más interesados en hacer las cosas más rápido que en cualquier otro momento de la historia, y tenemos menos razones para estarlo.


Se podría pensar que estamos reforzando esta actitud con una enorme cantidad de pruebas que apoyan nuestra afirmación. Algo así como que la eficiencia lleva a la riqueza material, la cual que conduce a la felicidad. Pero, espera... todos los indicios parecen respaldar exactamente lo contrario. Más allá de satisfacer tus necesidades básicas, el dinero no te hace más feliz. Ni siquiera un poquito.


En cambio, nos hemos convertido en personas muy ocupadas. A menudo demasiado ocupado para los demás. Demasiado ocupado para matrimonios felices y familias felices y comunidades felices. Gastamos nuestro tiempo y energía en encontrar maneras de hacer más cosas - con la esperanza, dentro de nuestras mentes, de que algún día seremos capaces de relajarnos y disfrutar de todo lo que hemos ganado.


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Entonces, ¿dónde vienen estas ideas? ¿Quién nos ha engañado en la creencia de que hacer cada vez más cosas y hacerlas más rápido conduciría a una vida más feliz. Aquí están mis pensamientos ...


1. El miedo es un gran motivador. Cualquier persona que se ha preguntado alguna vez si tendría dinero para pagar el alquiler o para poner la comida sobre la mesa sabe el regalo que supone tener una gran cantidad. (Felizmente, nunca he estado en esta situación.)


Desafortunadamente, ese mismo miedo que nos motiva a trabajar duro y obsesionarnos con la productividad no conoce la definición de "suficiente". Nunca es suficiente. Cuanto más tienes, más consciente eres de la posibilidad de perderlo. Y trabajas aún más para proteger lo conseguido.


La única manera de detener ese miedo es trabajar de forma continua. Trabajando siempre más duro y más eficientemente nunca tienes que pararte a pensar si te estas perdiendo algo. Es un hecho comprobado que los seres humanos están más dispuestos a hacer frente a bajos niveles de un dolor constante que a tratar con la posibilidad de una pérdida masiva. Estamos programados para aceptar la miseria.


2. En nuestra sociedad, ser llamado perezoso es uno de los peores insultos que puedes recibir. La pereza significa falta de autoestima y de ambición. No llegarás a nada.


Los padres se apresuran a hacer que sus hijos trabajen duro y hagan su trabajo escolar con rapidez y corrección. Y no hay nada inherentemente malo en ello. Pero casi nunca encontrarás un maestro o padre que pida a un niño que reduzca la velocidad y tome un descanso para disfrutar del momento. No hay nada digno de alabanza en nuestra sociedad para alguien que quiera hacer algo lentamente, con alegría, sólo por el gusto de hacerlo.


Esta triste tendencia continúa en el trabajo. Las personas no recibimos aumentos por hacer de la oficina un lugar más feliz para trabajar. No, somos recompensados únicamente por los resultados, por ser productivos y hacer las cosas. Pero dónde está la gracia de ganar un montón de dinero y gastar la mitad de tus horas diarias metido en un despacho con otras personas si no es para encontrar la satisfacción, la felicidad y en última instancia, el significado de lo que haces?


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¿Es una sorpresa que hayamos creado un monstruo – una sociedad obsesionada con ser productiva y hacer las cosas más y más rápidas? Una sociedad que ha olvidado cómo ir más despacio y trabajar por el placer de trabajar.


No tiene por qué ser de esta manera. No tenemos que sacrificar completamente el hacer las cosas para disfrutar de lo que hacemos. Las dos cosas pueden ir de la mano. Hay formas de superar estos obstáculos y adoptar una buena vida que sin estar obsesionados con los resultados.