¿Tiene trabajos o proyectos?
Con permiso del autor, Sergio Fernández, puedes leer a continuación el capítulo "¿Tienes trabajos o proyectos?" de su libro Vivir sin miedos (Gracias Sergio).
He considerado que hace un retrato perfecto de la situación laboral actual y, sobre todo, futura, en el contexto de enormes cambios que esta crisis a todos los níveles va a aportar. Insisto como él en que hay que saber leer las noticias desde un punto de vista positivo, que los hay y muchos, aunque creamos lo contrario. CRISIS=CAMBIO=OPORTUNIDADES. Esa actitud ante lo que viene es fundamental y, además, dará una ventaja competitiva enorme al que la comprenda antes y se mueva. Viene una época apasionante... si usas la actitud correcta.
Las negritas son mías.
Es un tsunami que alcanza a todo y a todos. Es un cambio de paradigma que también está revolucionando, como no podía ser de otra forma, el concepto de puesto de trabajo o de empleo tal y como lo entendíamos hasta ahora. Hasta el punto de que lo está convirtiendo en una especie en serio peligro de extinción.
Nuestro día a día nos hace intuir que hay algo que está cambiando muy rápidamente y que las cosas no funcionan como lo hacían hace veinte años, ni tan siquiera como hace cinco. Y presentimos que dentro de otros cinco o diez funcionarán de una manera mucho más diferente. Por cierto, que nadie mate al mensajero: en este capítulo sólo reflexionaremos sobre las claves para comprender y afrontar este monumental cambio.
Más allá de nuestra experiencia cotidiana y personal, los datos apuntan a que todo esto que vemos no es sino la punta del iceberg. Un estudio de Karl Fisch aporta cifras que llevan a pensar que el gran cambios está aún por llegar.
Su investigación señala que, por ejemplo, en los próximos ocho segundos por cada bebé nacido en EE.UU. nacerán cuatro en China y cinco en India; que en 2002, EE.UU. generó 1,3 millones de graduados, mientras que en India fueron tres millones y casi 3,5 millones en China; que el 25% de la población china con el coeficiente intelectual más alto excede a la población total de EE.UU.; que los diez empleos más demandados en EE.UU. en 2010 no existían en el 2004; que el presupuesto de Nintendo para investigación y desarrollo duplica el presupuesto de investigación e innovación en educación del gobierno de EE.UU., o que sólo este año se generará más información que en los cinco mil anteriores.
Si sigue pensando que la clave para tener éxito laboral en la vida es cursar una carrera universitaria y encontrar empleo por cuenta ajena, si ése es su caso, no me extrañaría que todo este cambio le provoque miedo. Pánico es lo que tendría yo. Pero si cambia de paradigma, comprobará cómo de hecho este cambio tiene algunas ventajas.
El empleo-estable-para-toda-la-vida está amenazado de muerte en Occidente. La buena noticia es que su carrera profesional no lo está. Una frase de Reg Revans dice que todo organismo sobrevive sólo si su tasa de cambio es igual o superior a la del entorno. Y si hay algo que está cambiando ahora mismo es el entorno. Toca reciclarse.
Vivimos en un tiempo de cambios exponenciales. Una de las características por la que los historiadores del futuro definirán nuestra época actual será por la rapidez con la que se suceden los cambios. El empleo por cuenta ajena, tal y como lo habíamos concebido, lo incluirán dentro de poco en los libros de primaria para explicarlo en las escuelas.
Lo cierto es que no tengo una opinión muy clara de las consecuencias que esto puede acarrear en los próximos años, pero lo que sí que tengo claro es que el mundo laboral no volverá a ser como antes y que muchas personas se quedarán descolgadas ante este gran tsunami.
Un solo trabajo es una temeridad
Recientemente, una amiga me expresó su alegría porque había encontrado un empleo por cuenta ajena. Pasados unos minutos, y una vez compartida la alegría que esto le supuso porque realmente necesitaba una fuente de ingresos, me preguntó mi opinión al respecto.
Aunque presiento que ya la conocía de antemano, le pregunté qué le parecería si El Corte Inglés anunciara públicamente que iba a quedarse con un solo cliente en toda España. Buenísimo, eso sí, pero solo uno. "Una locura", me dijo, "¿Garantizaría eso el futuro de la empresa?" "De ninguna manera", afirmó. "Pues eso es lo que estás haciendo tú..."
Considérese una empresa
Si en lugar de pensar en usted como un trabajador, se considerase a sí mismo como una pequeña empresa, la perspectiva cambiaría ligeramente. Tener un solo cliente es, sencillamente, una temeridad para cualquier compañía. Ésta es la lección numero uno de cualquier emprendedor y debería serlo para cualquier trabajador también. Le invito, si es que aún no lo ha hecho, a que haga este cambio de enfoque.
La inercia de cómo han funcionado las cosas en las últimas décadas nos impide darnos cuenta de que hoy por hoy es un disparate depender de un solo pagador.
Pero este sistema está en este momento en el punto de mira y todo parece indicar que irá progresivamente desapareciendo. Conclusión: trabajar para una sola empresa se está convirtiendo progresivamente en una opción cada vez menos sensata. Simplemente se trata de una opción demasiado imprudente, de algo que hoy en día es gratuitamente arriesgado.
Es una tendencia
Un concepto que me entusiasma es el de "tendencia". Comprender las tendencias, además de ser algo fascinante, le resultará útil para saber por dónde irán los tiros en un futuro. Pues bien, la tendencia actual del mundo del empleo es clara: los trabajos por cuenta ajena están en retroceso; trabajar por proyecto es la nueva tendencia. Por eso le preguntaba al principio si tiene trabajos o proyectos.
Buscar un empleo en un contexto en el que éstos desaparecen complica una operación que ya de por sí entraña cierta dificultad. Es la época de los proyectos. Usted decide, pero después no diga que nadie le avisó.
¿Me permite una sugerencia, especialmente si es un trabajador del conocimiento? Repita la siguiente frase a modo de mantra. Hágalo varias veces al día. Cuando se acueste y cuando se levante. No importa si trabaja por cuenta ajena o por cuenta propia. No cese hasta que la haya memorizado cada célula de su cuerpo: usted (profesionalmente hablando) es sus proyectos.
Soy perfectamente consciente de que este cambio no afectará a todos los sectores productivos por igual; hay determinadas actividades que probablemente se seguirán desempeñando como en la actualidad por mucho tiempo. Pero para aquellos sectores que trabajan con el talento, la creatividad, la innovación, la información o el conocimiento, la tendencia ya está consolidada: se impone el proyecto y desaparece el trabajo. Y la consecuencia natural del paso del empleo al proyecto es que cada vez hay más personas autoempleadas.
Desaparece el trabajo y llega el proyecto. El modelo de la era de la información o del conocimiento se parece mucho al que ya lleva funcionando mucho tiempo en Hollywood. Allí las personas trabajan por proyectos: se forma un equipo para sacar adelante una producción cinematográfica y cuando la terminan, el equipo lo festeja. Después se despiden y esperan o buscan otra oportunidad para trabajar juntos.
El talento es lo que diferenciará a unos trabajadores de otros. El talentismo, una época en la que el talento es más escaso que el capital, ya está aquí y como dicen en Funky Business Forever: "El talento hace bailar el capital". El talento ya no se deja engañar ni rinde pleitesía al contratador porque sabe que encontrará otras oportunidades y que la vida es demasiado corta. El talentismo lidera un cambio de valores. El tiempo en el que el talento no tenía otro remedio que trabajar para compañías grandes (o medianas, o pequeñas) se ha terminado. Se impone el proyecto y con él, la libertad, con todas las consecuencias positivas y negativas, que acarrea.
La nación del agente libre
"Adiós al hombre de empresa" es el título del primera capítulo del libro Free Agent Nation (La nación de los agentes libres), un libro en el que Daniel Pink explica un cambio social silencioso pero imparable: el de los agentes libres, el de los freelances, el de los autónomos, el del autoempleo..., un fenómeno que involucra a 25 millones de norteamericanos y a más de tres millones en España.
Creo que el término de la nación de los agentes libres es afortunado porque cada vez más personas optan por autoemplearse, por ser emprendedoras, por montar una microempresa, por hacerse infoemprendedores..., por ser, en definitiva, agentes libres.
Puede que sea porque están cansadas de falsas promesas, de jornadas interminables, de retribuciones escasas o de desempeñar trabajos carentes de significado. También hay muchos que han llegado de rebote a esta situación debido a un despido o a que simplemente no han sido capaces de encontrar una ocupación a la altura de sus expectativas.
En cualquier caso, las cifras están ahí. Por un lado, las empresas no quieren contratar empleados y, por otro, cada vez son más los trabajadores que desean ser agentes libres, que prefieren trabajar por proyecto, que no están satisfechos con un modelo de trabajo propio de la extinta era industrial.
Deslocalización
Y por si todo esto fuera poco, la producción de determinados productos fuera de Occidente se extiende como la pólvora a sectores que hace unos años hubieran sido sencillamente impensables. Y lo mismo está sucediendo con determinados servicios. Hoy en día no es ciencia ficción, sino una realidad cada vez más común, y de consecuencias sociales por cierto imprevisibles, que su asistente viva a diez mil kilómetros de distancia y su informático, a ocho mil.
El fenómeno de la deslocalización, que empezó afectando a grandes corporaciones, está ya al nivel de las pymes y autoempleados. Y lo cierto es que no soy capaz de prever las consecuencias e implicaciones de este fenómento. Sólo en mi entorno, conozco a varios autónomos que ya están contratando productos y servicios de lugares tan dispares como Argentina, Filipinas, India o China. No le hablo de grandes corporaciones, sino de pequeños profesionales sin empleados que trabajan desde su casa o despacho en España.
El trabajador europeo del futuro será un trabajador con marca, alguien con especialización y reconocido por ser líder en un nicho concreto del mercado... o probablemente será alguien pésimamente retribuido. Estos últimos son los que Andrés Pérez, autor del libro Marca personal, denomina "profesionales de marca blanca".
Marca blanca
Cualquier consumidor conoce los productos de marca blanca propios de las grandes cadenas de distribución. Tienen dos características en común: una calidad por lo general alta, o al menos muy aceptable, y un precio muy competitivo en su relación calidad-precio. Pero, desde el punto de vista del vendedor, tienen un problema: son fácilmente sustituibles. No son percibidos como algo especial. Carecen de personalidad.
Algo parecido sucede con los profesionales de marca blanca. Son todos aquellos que, teniendo una buena calidad, son, sin embargo, fácilmente sustituibles. Y esto es algo que atormenta a muchos profesionales que, siendo conscientes de que desempeñan un buen trabajo, no acaban de entender por qué el mercado laboral no les ofrece mejores condiciones o, en muchos casos, ninguna condición.
La respuesta es sencilla: no son diferentes. Y si encontrar trabajo puede ser una pesadilla, hacerlo sin disponer de una características diferencial concreta se convierte en misión casi imposible.
Cada año se incorporan al mercado miles y miles de trabajadores con una alta cualificación, pero con un grave problema: son muy parecidos entre sí. Les sucede como a los productos de marca blanca: son fácilmente sustituibles. Sinceramente, no veo más que nubes negras en el horizonte de estos profesionales.
Si a pesar de todo quiere salir al mercado laboral a buscar un empleo, piense en qué puede ser diferente. Es el único salvoconducto que podría ayudarle a pasar el filtro.
Clase creativa
Y en medio de todo este bullicio, una nueva economía, la economía del conocimiento, hace emerger una nueva clase. Es lo que autores como Richard Florida en EE.UU. o Juan carlos Cubeiro en España llaman "la clase creativa", integrada por científicos, ingenieros, escritores, artistas, actores, arquitectos y trabajadores de la información y del conocimiento en general. El porcentaje de estos trabajadores en EE.UU. ya ronda el 30%.
Esta élite creativa es probablemente el futuro de Occidente, siendo, como ya somos, escasamente competitivos en la producción de bienes y de determinados servicios.
El cambio que afecta al mercado laboral no tiene precedentes. Y ahora que la transformación no ha hecho más que empezar es un buen momento para reposicionarse y reinventarse.
Hay un concepto económico que es el de coste de oportunidad. hace referencia a lo que deja de ganar con un recurso por tenerlo produciendo en otro sitio. Si invierte un capital en la empresa A y obtiene un beneficio de diez euros al final del año y en la empresa B, el beneficio hubiera sido de doce euros, el coste de oportunidad es de dos euros. Pues el coste de oportunidad de no aprovechar estos primeros momentos de cambio es altísimo, porque cuando su trabajo desaparezca o se traslade a Asia o a Sudamérica, entonces adaptarse le resultará mucho más complicado.
Y para acabar este capítulo, le dejo con una excelente noticia: puede que los trabajos se encuentren en peligro de extinción, pero jamás ha habido tantas oportunidades de hacer dinero, de dedicarse a profesiones tan diversas, de ocuparse en nichos de mercado tan dispares, y a veces casi hasta disparatados, y de facilidades para comenzar un proyecto empresarial como en este momento de la historia.
Reflexione sobre esta idea unos instantes: usted dispone de medios para estar en condiciones de competir, por ejemplo, con unos grandes almacenes. Usted puede, con una inversión mínima, montar una tienda que hará la competencia a una misma tienda de una compañía multinacional. Y si no dispone de la información para hacerlo, puede acceder a esa información de manera gratuita o prácticamente gratuita. En la sociedad de la información, el activo más importante es la información. Y el umbral de entrada para acceder a ésta nunca ha estado tan bajo.
Si no es capaz de ver que estamos en un momento histórico lleno de oportunidades es sólo por una razón: no dispone de suficiente información. Ésa es la única razón. Infórmese, cambie el paradigma y buena suerte.
He considerado que hace un retrato perfecto de la situación laboral actual y, sobre todo, futura, en el contexto de enormes cambios que esta crisis a todos los níveles va a aportar. Insisto como él en que hay que saber leer las noticias desde un punto de vista positivo, que los hay y muchos, aunque creamos lo contrario. CRISIS=CAMBIO=OPORTUNIDADES. Esa actitud ante lo que viene es fundamental y, además, dará una ventaja competitiva enorme al que la comprenda antes y se mueva. Viene una época apasionante... si usas la actitud correcta.
Las negritas son mías.
¿Tienes trabajos o proyectos?
"La innovación distingue al líder del seguidor." Steve Jobs
"La fábrica del futuro tendrá sólo dos empleados: un hombre y un perro. El cometido del hombre será dar de comer al perro. El del perro será cuidar de que el hombre no toque el equipo." Warren G. BennisA estas alturas parece inútil negar que, posiblemente, estamos experimentando uno de los mayores cambios jamás producidos en la historia de la humanidad. La transformación es a todos los niveles: económica, financiera, social, laboral, política, demográfica, medioambiental, cultural y de conciencia... Y nos afecta a todos, independientemente del país o continente en el que vivamos y de la raza, credo o nivel socioeconómico.
Es un tsunami que alcanza a todo y a todos. Es un cambio de paradigma que también está revolucionando, como no podía ser de otra forma, el concepto de puesto de trabajo o de empleo tal y como lo entendíamos hasta ahora. Hasta el punto de que lo está convirtiendo en una especie en serio peligro de extinción.
Nuestro día a día nos hace intuir que hay algo que está cambiando muy rápidamente y que las cosas no funcionan como lo hacían hace veinte años, ni tan siquiera como hace cinco. Y presentimos que dentro de otros cinco o diez funcionarán de una manera mucho más diferente. Por cierto, que nadie mate al mensajero: en este capítulo sólo reflexionaremos sobre las claves para comprender y afrontar este monumental cambio.
Más allá de nuestra experiencia cotidiana y personal, los datos apuntan a que todo esto que vemos no es sino la punta del iceberg. Un estudio de Karl Fisch aporta cifras que llevan a pensar que el gran cambios está aún por llegar.
Su investigación señala que, por ejemplo, en los próximos ocho segundos por cada bebé nacido en EE.UU. nacerán cuatro en China y cinco en India; que en 2002, EE.UU. generó 1,3 millones de graduados, mientras que en India fueron tres millones y casi 3,5 millones en China; que el 25% de la población china con el coeficiente intelectual más alto excede a la población total de EE.UU.; que los diez empleos más demandados en EE.UU. en 2010 no existían en el 2004; que el presupuesto de Nintendo para investigación y desarrollo duplica el presupuesto de investigación e innovación en educación del gobierno de EE.UU., o que sólo este año se generará más información que en los cinco mil anteriores.
Si sigue pensando que la clave para tener éxito laboral en la vida es cursar una carrera universitaria y encontrar empleo por cuenta ajena, si ése es su caso, no me extrañaría que todo este cambio le provoque miedo. Pánico es lo que tendría yo. Pero si cambia de paradigma, comprobará cómo de hecho este cambio tiene algunas ventajas.
El empleo-estable-para-toda-la-vida está amenazado de muerte en Occidente. La buena noticia es que su carrera profesional no lo está. Una frase de Reg Revans dice que todo organismo sobrevive sólo si su tasa de cambio es igual o superior a la del entorno. Y si hay algo que está cambiando ahora mismo es el entorno. Toca reciclarse.
Vivimos en un tiempo de cambios exponenciales. Una de las características por la que los historiadores del futuro definirán nuestra época actual será por la rapidez con la que se suceden los cambios. El empleo por cuenta ajena, tal y como lo habíamos concebido, lo incluirán dentro de poco en los libros de primaria para explicarlo en las escuelas.
Lo cierto es que no tengo una opinión muy clara de las consecuencias que esto puede acarrear en los próximos años, pero lo que sí que tengo claro es que el mundo laboral no volverá a ser como antes y que muchas personas se quedarán descolgadas ante este gran tsunami.
Un solo trabajo es una temeridad
Recientemente, una amiga me expresó su alegría porque había encontrado un empleo por cuenta ajena. Pasados unos minutos, y una vez compartida la alegría que esto le supuso porque realmente necesitaba una fuente de ingresos, me preguntó mi opinión al respecto.
Aunque presiento que ya la conocía de antemano, le pregunté qué le parecería si El Corte Inglés anunciara públicamente que iba a quedarse con un solo cliente en toda España. Buenísimo, eso sí, pero solo uno. "Una locura", me dijo, "¿Garantizaría eso el futuro de la empresa?" "De ninguna manera", afirmó. "Pues eso es lo que estás haciendo tú..."
Considérese una empresa
Si en lugar de pensar en usted como un trabajador, se considerase a sí mismo como una pequeña empresa, la perspectiva cambiaría ligeramente. Tener un solo cliente es, sencillamente, una temeridad para cualquier compañía. Ésta es la lección numero uno de cualquier emprendedor y debería serlo para cualquier trabajador también. Le invito, si es que aún no lo ha hecho, a que haga este cambio de enfoque.
La inercia de cómo han funcionado las cosas en las últimas décadas nos impide darnos cuenta de que hoy por hoy es un disparate depender de un solo pagador.
"Trabajar para una sola empresa o cliente es arriesgado."
Lo cierto es que este modelo ha funcionado bien durante muchos años gracias a un pacto social en el que existía cierta estabilidad laboral y donde, en el improbable caso de despido, el trabajador era indemnizado y tenía derecho a prestación por desempleo. A cambio, el empresario recibía fidelidad y entrega.Pero este sistema está en este momento en el punto de mira y todo parece indicar que irá progresivamente desapareciendo. Conclusión: trabajar para una sola empresa se está convirtiendo progresivamente en una opción cada vez menos sensata. Simplemente se trata de una opción demasiado imprudente, de algo que hoy en día es gratuitamente arriesgado.
Es una tendencia
Un concepto que me entusiasma es el de "tendencia". Comprender las tendencias, además de ser algo fascinante, le resultará útil para saber por dónde irán los tiros en un futuro. Pues bien, la tendencia actual del mundo del empleo es clara: los trabajos por cuenta ajena están en retroceso; trabajar por proyecto es la nueva tendencia. Por eso le preguntaba al principio si tiene trabajos o proyectos.
Buscar un empleo en un contexto en el que éstos desaparecen complica una operación que ya de por sí entraña cierta dificultad. Es la época de los proyectos. Usted decide, pero después no diga que nadie le avisó.
¿Me permite una sugerencia, especialmente si es un trabajador del conocimiento? Repita la siguiente frase a modo de mantra. Hágalo varias veces al día. Cuando se acueste y cuando se levante. No importa si trabaja por cuenta ajena o por cuenta propia. No cese hasta que la haya memorizado cada célula de su cuerpo: usted (profesionalmente hablando) es sus proyectos.
Soy perfectamente consciente de que este cambio no afectará a todos los sectores productivos por igual; hay determinadas actividades que probablemente se seguirán desempeñando como en la actualidad por mucho tiempo. Pero para aquellos sectores que trabajan con el talento, la creatividad, la innovación, la información o el conocimiento, la tendencia ya está consolidada: se impone el proyecto y desaparece el trabajo. Y la consecuencia natural del paso del empleo al proyecto es que cada vez hay más personas autoempleadas.
Desaparece el trabajo y llega el proyecto. El modelo de la era de la información o del conocimiento se parece mucho al que ya lleva funcionando mucho tiempo en Hollywood. Allí las personas trabajan por proyectos: se forma un equipo para sacar adelante una producción cinematográfica y cuando la terminan, el equipo lo festeja. Después se despiden y esperan o buscan otra oportunidad para trabajar juntos.
El talento es lo que diferenciará a unos trabajadores de otros. El talentismo, una época en la que el talento es más escaso que el capital, ya está aquí y como dicen en Funky Business Forever: "El talento hace bailar el capital". El talento ya no se deja engañar ni rinde pleitesía al contratador porque sabe que encontrará otras oportunidades y que la vida es demasiado corta. El talentismo lidera un cambio de valores. El tiempo en el que el talento no tenía otro remedio que trabajar para compañías grandes (o medianas, o pequeñas) se ha terminado. Se impone el proyecto y con él, la libertad, con todas las consecuencias positivas y negativas, que acarrea.
La nación del agente libre
"Adiós al hombre de empresa" es el título del primera capítulo del libro Free Agent Nation (La nación de los agentes libres), un libro en el que Daniel Pink explica un cambio social silencioso pero imparable: el de los agentes libres, el de los freelances, el de los autónomos, el del autoempleo..., un fenómeno que involucra a 25 millones de norteamericanos y a más de tres millones en España.
Creo que el término de la nación de los agentes libres es afortunado porque cada vez más personas optan por autoemplearse, por ser emprendedoras, por montar una microempresa, por hacerse infoemprendedores..., por ser, en definitiva, agentes libres.
Puede que sea porque están cansadas de falsas promesas, de jornadas interminables, de retribuciones escasas o de desempeñar trabajos carentes de significado. También hay muchos que han llegado de rebote a esta situación debido a un despido o a que simplemente no han sido capaces de encontrar una ocupación a la altura de sus expectativas.
En cualquier caso, las cifras están ahí. Por un lado, las empresas no quieren contratar empleados y, por otro, cada vez son más los trabajadores que desean ser agentes libres, que prefieren trabajar por proyecto, que no están satisfechos con un modelo de trabajo propio de la extinta era industrial.
Deslocalización
Y por si todo esto fuera poco, la producción de determinados productos fuera de Occidente se extiende como la pólvora a sectores que hace unos años hubieran sido sencillamente impensables. Y lo mismo está sucediendo con determinados servicios. Hoy en día no es ciencia ficción, sino una realidad cada vez más común, y de consecuencias sociales por cierto imprevisibles, que su asistente viva a diez mil kilómetros de distancia y su informático, a ocho mil.
El fenómeno de la deslocalización, que empezó afectando a grandes corporaciones, está ya al nivel de las pymes y autoempleados. Y lo cierto es que no soy capaz de prever las consecuencias e implicaciones de este fenómento. Sólo en mi entorno, conozco a varios autónomos que ya están contratando productos y servicios de lugares tan dispares como Argentina, Filipinas, India o China. No le hablo de grandes corporaciones, sino de pequeños profesionales sin empleados que trabajan desde su casa o despacho en España.
El trabajador europeo del futuro será un trabajador con marca, alguien con especialización y reconocido por ser líder en un nicho concreto del mercado... o probablemente será alguien pésimamente retribuido. Estos últimos son los que Andrés Pérez, autor del libro Marca personal, denomina "profesionales de marca blanca".
Marca blanca
Cualquier consumidor conoce los productos de marca blanca propios de las grandes cadenas de distribución. Tienen dos características en común: una calidad por lo general alta, o al menos muy aceptable, y un precio muy competitivo en su relación calidad-precio. Pero, desde el punto de vista del vendedor, tienen un problema: son fácilmente sustituibles. No son percibidos como algo especial. Carecen de personalidad.
Algo parecido sucede con los profesionales de marca blanca. Son todos aquellos que, teniendo una buena calidad, son, sin embargo, fácilmente sustituibles. Y esto es algo que atormenta a muchos profesionales que, siendo conscientes de que desempeñan un buen trabajo, no acaban de entender por qué el mercado laboral no les ofrece mejores condiciones o, en muchos casos, ninguna condición.
La respuesta es sencilla: no son diferentes. Y si encontrar trabajo puede ser una pesadilla, hacerlo sin disponer de una características diferencial concreta se convierte en misión casi imposible.
Cada año se incorporan al mercado miles y miles de trabajadores con una alta cualificación, pero con un grave problema: son muy parecidos entre sí. Les sucede como a los productos de marca blanca: son fácilmente sustituibles. Sinceramente, no veo más que nubes negras en el horizonte de estos profesionales.
Si a pesar de todo quiere salir al mercado laboral a buscar un empleo, piense en qué puede ser diferente. Es el único salvoconducto que podría ayudarle a pasar el filtro.
Clase creativa
Y en medio de todo este bullicio, una nueva economía, la economía del conocimiento, hace emerger una nueva clase. Es lo que autores como Richard Florida en EE.UU. o Juan carlos Cubeiro en España llaman "la clase creativa", integrada por científicos, ingenieros, escritores, artistas, actores, arquitectos y trabajadores de la información y del conocimiento en general. El porcentaje de estos trabajadores en EE.UU. ya ronda el 30%.
Esta élite creativa es probablemente el futuro de Occidente, siendo, como ya somos, escasamente competitivos en la producción de bienes y de determinados servicios.
El cambio que afecta al mercado laboral no tiene precedentes. Y ahora que la transformación no ha hecho más que empezar es un buen momento para reposicionarse y reinventarse.
Hay un concepto económico que es el de coste de oportunidad. hace referencia a lo que deja de ganar con un recurso por tenerlo produciendo en otro sitio. Si invierte un capital en la empresa A y obtiene un beneficio de diez euros al final del año y en la empresa B, el beneficio hubiera sido de doce euros, el coste de oportunidad es de dos euros. Pues el coste de oportunidad de no aprovechar estos primeros momentos de cambio es altísimo, porque cuando su trabajo desaparezca o se traslade a Asia o a Sudamérica, entonces adaptarse le resultará mucho más complicado.
Y para acabar este capítulo, le dejo con una excelente noticia: puede que los trabajos se encuentren en peligro de extinción, pero jamás ha habido tantas oportunidades de hacer dinero, de dedicarse a profesiones tan diversas, de ocuparse en nichos de mercado tan dispares, y a veces casi hasta disparatados, y de facilidades para comenzar un proyecto empresarial como en este momento de la historia.
Reflexione sobre esta idea unos instantes: usted dispone de medios para estar en condiciones de competir, por ejemplo, con unos grandes almacenes. Usted puede, con una inversión mínima, montar una tienda que hará la competencia a una misma tienda de una compañía multinacional. Y si no dispone de la información para hacerlo, puede acceder a esa información de manera gratuita o prácticamente gratuita. En la sociedad de la información, el activo más importante es la información. Y el umbral de entrada para acceder a ésta nunca ha estado tan bajo.
Si no es capaz de ver que estamos en un momento histórico lleno de oportunidades es sólo por una razón: no dispone de suficiente información. Ésa es la única razón. Infórmese, cambie el paradigma y buena suerte.